El Canto de la Noche.

28.11.2019

El resplandor de la luz de la luna tomaba su lugar en las calles de la ciudad, era una noche pasiva, relajante en la que soplaba un viento calmado y agradable; era la hora de que los habitantes de la ciudad de Unira fueran a la cama a tomar aquellos para sueños para descansar su mente y cuerpo. No obstante habitan ciudadanos que se divierten en las calles, ya sea dando caminatas por las calles en grupo, acudiendo a bares y clubes nocturnos.

Una pequeña parte de la población lamentablemente quedan sin hogar, durmiendo en las calles dentro de cajas de cartón, camas armadas de éstas y con suerte, algunas mantas cubriéndolos del frio de la noche (en la mayoría de ellos solo deben aguantar el frio con lo que lleven puesto); faltaban cuarto para las once y uno de los vagabundos. Un hombre anciano de una edad de sesenta y dos años aproximadamente, portaba unos vaqueros rotos y mugrientos que lograban sentirse pegajosos, una camisa de botones a la cual le faltaban cuatro botones de la parte superior, las canas apenas se asomaban y quedaba algo pelón pero casi no se notaba, unos huaraches rotos con los que trataba de seguir a pie a donde quiera que fuera para sobrevivir; él dormía al costado de un edificio que en su parte trasera estaba pegada un área verde en el cual era usado para plantar árboles, agaves y una que otra verdura; perdido en sus sueños que le hacen recordar aquellos momentos que tenía antes de que su familia lo abandonara por problemas de alcoholismo del señor.

Sin embargo en el momento en que creyó que su sueño podía ser feliz, sintió algo extraño; una presencia que se movía y emanaba un canto alegre y tierno, abrió los ojos de golpe y levantó la cabeza mirando a su guitarra acústica que usaba para algunas monedas, la tomó y fue en busca de ese canto, sentía su cuerpo cansado, el sueño era demasiado para su anciano cuerpo pero por algún motivo que él no comprendía; sentía que ese canto lo llamaba de alguna manera. Tal vez algo relacionado a su guitarra, era lo único que podía intuir.

Una luz color naranja llameante iluminaba parte de las calles, el señor siguió esa luz; no comprendía como una luz podría entonar tan hermosa melodía, la extraña luz entró al área verde y él la siguió, al estar frente a ella notó que no era una simple luz; se trataba de un pokémon que la parte inferior de su cuerpo era igual a la de una calabaza de Halloween, los huecos de los ojos y la boca eran los diseños exactos, de esa parte salía un cuello largo que terminaba en una larga cabellera en la cual detrás de ella se presenciaba una cara inocente con una sonrisa muy simpática y ojos tiernos que recuerdan a los de una niña; el anciano sonrió y quiso acariciar al pokémon cuando de repente este se abalanzo contra él, el hermoso canto se convirtió en espeluznantes alaridos, sus brazos que parecen sendas de pelo lo atrapó por la cabeza tratando de estrujarle el cráneo; los gritos de dolor del señor comenzaron a escucharse a varios metros de distancia, logró zafarse de los brazos de ese pokémon llamado "Gourgeist". Corriendo despavorido mirando hacia atrás para asegurarse de que no lo estuviera siguiendo, por la distracción no se dio cuenta que frente a él había agaves adultos cuyas ramas estaban completamente llenas de espinas afiladas, tropezó con ellos y quedó herido del brazo izquierdo, las dos piernas y el pecho; debido a esto se desplomó al suelo trató de arrastrarse dejando a su paso gotas de sangre que salían moderadamente de sus heridas, sin embargo Gourgeist seguía emanando sus alaridos y avanzando lentamente hacia a él, los brazos sedosos tomaron los tobillos del señor y lo jaló hacia los arbustos; Gourgeist subió a su pecho mientras el anciano le daba una mirada de terror y lanzaba gritos de dolor al comenzar a recibir golpes por parte de los brazos sedosos del pokémon, algunos dientes salían de su boca en escupitajos de sangre, mientras los gritos de dolor pasaban a sollozos y gimoteos, se escuchaba una risa infantil alegre y afeminada pero completamente diabólica al escuchar y sentir el dolor de ese pobre vagabundo, después de romperle nariz y fracturar la laringe, la victima comenzaba a ahogarse con su propia sangre, la hemorragia a causa de los golpes era muy grave y necesitaba hospitalización inmediata, al perder mucha sangre; Gourgeist sin dejar de reírse tomó la cabeza de él y comenzó a aplastar su cráneo hasta el punto en que su ojo derecho saliera de su orificio y el izquierdo quedara atravesado por algunos fragmentos del mismo cráneo, al terminar, el pokémon con la sonrisa inocente que lleva consigo volvió y siguió su camino, el cual sigue siendo un misterio.

Al día siguiente mientras un grupo de niños iban a explorar el área verde, uno de ellos al jugar entre los arbustos encontró el cadáver de un anciano de sesenta y dos años que de forma extraña llevaba abrazada una vieja guitarra acústica, el niño lanzó un fuerte grito de terror y retrocedió asustado, minutos después llegó la policía junto con los forenses a recoger el cuerpo; el caso fue fácil de comprobar debido a que ya habían ocurrido ataques de esa magnitud en otras zonas, en efecto se sabían que fue obra de un pokémon; el cual los tiene aterrorizados y es rara la vez que ataca sin embargo eso no quita que los homicidios que comete no sean de temerse, estos suceden los han confirmado después de que pasa una noche con luna nueva.

Se dice que Gourgeist en las noches de luna nueva deambula por las calles de la ciudad y emite espeluznantes alaridos que maldicen a quienes los oyen, atrapa a su presa con los brazos, que parecen formar sendas matas de pelo, y entona una alegre canción mientras se regodea con su sufrimiento.

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